Recuerdo una broma que le hizo la COPE a Evo Morales cuando
ganó las elecciones presidenciales, los gilipollas de la cadena eclesiástica se
hicieron pasar por Zapatero y llamaron al recién elegido presidente para reírse
de él. Esa broma me indignó mucho, recuerdo que pensé; putos curas, no tienen bastante
con violar niños y robar a manos llenas, que también tienen que hacer este tipo
de bromas. Evo se comportó con comedimiento y corrección, pero eso no quitó para
que los perrodistas pagados por los curas se rieran de él.
Hoy nos hemos enterado de una broma similar que le han hecho
nuestra ministra de defensa unos periodistas rusos y mi opinión (que no mi
indignación) es la misma. Ese tipo de bromas define a quien la hace, no a quien
la recibe. La ministra se ha comportado, pensaba que hablaba con
su homólogo. Si es cierto que demuestra una credulidad bastante inquietante, fruto supongo de lo descolocados que están, ya que esta señora no tiene un pelo de tonta.
Yo es que claro, me pongo en su lugar y probablemente a mí también
me la colarían, ya que seguramente habrá ministros muy absurdos por ahí, que
hablarán de manera muy similar que los gilipollas de los bromistas. Os pongo un
ejemplo: Fernández Díaz, nuestro exministro del interior. Ese ministro era un esquizofrénico
que oía voces en su cabeza, él decía que las voces eran su ángel de la guarda y
las llamaba Marcelo. ¿Os imagináis cómo serían las conversaciones de ese señor
con sus homólogos? Me imagino a Fernández Díaz diciéndole al ministro francés:
pues Marcelo, el ángel de la guarda que tengo en mi cabeza, me ha dicho que
negociemos tal o cual asunto.
Supongo que los ministros estarán acostumbrados a encontrarse
a algunos Fernández Díaz por ahí y en esos casos, supongo que lo que harán es
seguirles la corriente e intentar que les pasen con algún subsecretario que
esté un poco más cuerdo que su jefe.
Me reitero, esas bromas retratan al que las hace, no al que
las recibe.
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