El otro día, cuando me entere de la
muerte de Margaret Thatcher sentí una gran desazón y pena. Esperad,
creo que estoy empezando la casa por el tejado y vais a pensar cosas
que no son, así que borrad de vuestra mente por un segundo el titulo
y el inicio de la entrada que recomienzo.
Como buen ateo no creo en cielos ni en
infiernos al margen de los que hay en la tierra, por eso siempre he
mirado con harto interés la investigación genética. Esta
investigación, unida a la investigación del cuerpo humano han
sufrido grandes avances. Hoy sabemos porque envejecemos y porque
morimos y ese porque es relativamente sencillo. Resulta que las
células de todos los seres vivos tienen una programación
determinada y en esa programación existe un limite de veces en las
que una célula se puede desdoblar, en el caso de los humanos creo
que es 24, después de esa cifra la célula no se desdobla mas y
muere, con el evidente problema que eso supone a los portadores de
dichas células. Esa codificación a veces de manera natural cambia y
determinadas células empiezan a reproducirse mas rápido, dejando de
tener limitación en el número de desdoblamientos. Lo que viene a
ser un cáncer de los de toda la vida.
Pues bien, sabiendo que hay
determinados factores, tanto genéticos como ambientales, que pueden
cambiar la codificación del ADN, los investigadores se centraron en
descubrir cuales eran las partes del ADN que llevaban esa
codificación, la que permitía el desdoblamiento celular. Hace unos
años, dieron el Nobel a unos investigadores que cambiando la
codificación de varios ratones consiguieron que vivieran un 40% mas,
sin aumentar sus posibilidades de tener cáncer.
Hoy se ha adelantado mucho en el
tratamiento del cáncer y de otras enfermedades gracias a los
conocimientos genéticos y no creo que sea descabellado pensar que
también se haya avanzado de manera determinante en quitar la
limitación al desdoblamiento celular, o lo que es lo mismo, en
conseguir la inmortalidad.
De este tema hablo alguna vez con
amigos, compañeros y familia y todos coinciden conmigo, es muy
probable que ya se haya descubierto la “pastilla” de la
inmortalidad. Pero ellos, casi todos, hacen una inquietante
interpretación. Dicen que en el caso de haberse descubierto, las
élites intentarían por todos los medios quedarse el descubrimiento
para ellos solos. Por lo tanto, hoy tendríamos una élite económica
inmortal, con el claro interés de esclavizar a los mortales.
Entenderéis pues mi desazón al enterarme de la muerte de la arpía.
Ya que; ¿Quien a ayudado mas a las élites económicas que esta
señora? Nadie, por lo tanto si hubiera algún político inmortal.
¿No sería acaso esta señora? Vamos, que su muerte supondría que aun
no hay pastilla.
Después pensé que no tiene por qué
ser necesaria su muerte real, puede ser todo un paripe y que ella
esté en Ibiza, dándose la gran vida a costa de todos los mortales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario