Ochenta mil personas han pasado por la capilla ardiente de
la duquesa de Alba y no fueron para comprobar que estuviera bien muerta. Fueron
por devoción a la noble figura y por empatía con los valores que representa.
Si se hace una manifestación para intentar parar los
recortes en educación, van diez mil personas. Si se muere una explotadora, van
a llorarla ochenta mil.
Así nos va y así nos pueden hacer lo que nos hacen. Lo que
ha pasado hoy explica muchas cosas.
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