Iberia, una compañía pública que generaba beneficios para el
estado y que empleaba a más de 22.000 trabajadores en 1.990.
Nos dijeron que había que privatizarla, que Europa lo
mandaba para mejorar el empleo y el servicio. Lo público es ineficaz nos
decían. Así que el gobierno socialista de Felipe González se puso manos a la
obra y mejoró la compañía para hacerla atractiva a los inversores y ganar más dinero.
Se dedicaron a hacer inversiones estratégicas, compraron las
aerolíneas argentinas, las venezolanas, el 40% de las chilenas, alguna cosa más
compraron. Y pusieron a amiguitos suyos a dirigirlas. El resultado fue la ruina
total y un porrón de millones para sanear la compañía en dos ampliaciones de
capital.
Al final se privatizó por mucho menos de lo que valía, ya
que tenía perdidas y había que quitársela de encima como se pudiera. Aznar fue
el que hizo ese negocio redondo para el estado. Después fue Zapatero el que
autorizó la absorción/fusión con British Airways, que se consumó al final de su
mandato y ya hoy con Rajoy se está desmontando la compañía poco a poco.
Iberia ha presentado un nuevo ERE que dejará la plantilla de
la compañía en unas 13.000 personas, en poco más de un año los trabajadores de
Iberia habrán descendido en unas 6.000 personas. Los vuelos de Iberia se
reducen al ritmo que crecen los de British Airways.
Ese es el patriotismo de Rajoy, Cospedal, Zapatero o Aznar.
Dar lo que es de todos a unos pocos.
La moraleja que se debería aprender aquí es que da igual el gobierno que haya, todos siguen un mismo patrón y un mismo objetivo. A pesar de estas lecciones tan claras y constantes, parece ser que pocos lo comprenden: Cualquier gobierno, sea del color que sea actuará igual, aunque para ser elegido predique lo contrario.
ResponderEliminarSaludos.
Piedra, un placer leerte por aquí de nuevo.
EliminarYa sabes que yo no opino que todos sean iguales, pienso que hay gente honrada en algunos partidos. Por eso suelo hacer campaña desde aquí en las elecciones. Si tengo cada día más claro que esto no va a cambiar con las elecciones, pero que no se diga que no lo intentamos todo.