Estoy un poco nervioso hoy, ha venido la Guardia Civil a
casa, han robado en la casa del vecino y los ladrones entraron por mi azotea. En
principio a mi casa no han intentado entrar, pero sí que hay marcas en una
ventana de un posible intento de apertura. La Guardia civil ha encontrado
huellas de botas en la azotea que no eran nuestras, todo muy intranquilizador.
Pero en fin, me distraeré contándoos mis cosas de siempre. Hay
frases que te hacen pensar. Hoy he leído alguna de ellas en un artículo de “el
país”. El artículo trata sobre la emigración ilegal entre las dos Coreas y de
cómo reeducan a los emigrantes que atrapan.
El autor está a favor de esa reeducación y ve bien cosas
curiosas, como el adoctrinamiento capitalista: “Borrar lo aprendido desde la
niñez. Incluye estudiar historia, aprender cómo funcionan una democracia
liberal y la economía de mercado.”
En otra parte del artículo, el autor nos cuenta lo difícil
que es para estos emigrantes adaptarse y el por qué: “Pero el desarrollo
económico ha conllevado una cultura de competencia feroz en la que los niños
van a clases particulares hasta casi medianoche, y en la que difícilmente hay
espacio para quien creció en una dictadura donde empleo, vivienda y los
alimentos básicos están garantizados.”
Cáspita, pareciera que al autor le jode que en algunas
sociedades se garantice la casa, la comida, el trabajo y la educación.
Lo malo de la competencia es que no todos caben, muchos se
quedan fuera, siempre hay alguien que pierde la partida.
Es el sino de estos tiempos, competir por las migajas de los
que juegan con las cartas marcadas.
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