Al poco de pasar el atentado de París leí un pensamiento de
Lucía Etxebarría en su página de Facebook. Decía que en España nunca se
hubieran podido publicar esas portadas y se pregunta si esa prohibición es
atentar contra la libertad de expresión, si es prudencia, o si es evitar burdas
ofensas a los ajenos: https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=10153439616244989&id=149885159988.
A mi me parece que es atentar contra la libertad de
expresión, pero no es el fondo de la cuestión de lo que pasa en España. En
España en realidad solo se secuestran o prohíben las publicaciones cuando se
ofende a determinados estamentos sociales, aquí tenemos una serie de
instituciones intocables y al resto da igual cómo se los ofenda.
Pero el hecho es que en España la revista francesa hubiera
visto secuestrada su portada día sí y día también. Por eso las palabras del
ministro del interior ayer me parecen una burla, una burla cruel. Dice el
ministro que se ha atentado contra la libertad de expresión. ¿Acaso no se
podrían extrapolar esas palabras? Debemos decir pues que el ministro, el
gobierno y el estado atentan con frecuencia a la libertad de expresión
entonces.
Recuerdo el cristo cocinado de Krahe, recuerdo a Pablo
Hasel, recuerdo las portadas del jueves, recuerdo al humorista de la tuerca,
recuerdo las canciones de Kortatu, de M.C.D. Recuerdo muchas cosas. Todas juzgadas,
secuestradas o censuradas.
Señor ministro tenga un poco de decoro y no se burle del personal
tan burdamente. Censure los asesinatos y a lo mejor resulta creíble, pero no hable
usted de libertad de expresión en este país.
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