sábado, 18 de noviembre de 2017

Sobre la broma a Cospedal.

Recuerdo una broma que le hizo la COPE a Evo Morales cuando ganó las elecciones presidenciales, los gilipollas de la cadena eclesiástica se hicieron pasar por Zapatero y llamaron al recién elegido presidente para reírse de él. Esa broma me indignó mucho, recuerdo que pensé; putos curas, no tienen bastante con violar niños y robar a manos llenas, que también tienen que hacer este tipo de bromas. Evo se comportó con comedimiento y corrección, pero eso no quitó para que los perrodistas pagados por los curas se rieran de él.

Hoy nos hemos enterado de una broma similar que le han hecho nuestra ministra de defensa unos periodistas rusos y mi opinión (que no mi indignación) es la misma. Ese tipo de bromas define a quien la hace, no a quien la recibe. La ministra se ha comportado, pensaba que hablaba con su homólogo. Si es cierto que demuestra una credulidad bastante inquietante, fruto supongo de lo descolocados que están, ya que esta señora no tiene un pelo de tonta.

Yo es que claro, me pongo en su lugar y probablemente a mí también me la colarían, ya que seguramente habrá ministros muy absurdos por ahí, que hablarán de manera muy similar que los gilipollas de los bromistas. Os pongo un ejemplo: Fernández Díaz, nuestro exministro del interior. Ese ministro era un esquizofrénico que oía voces en su cabeza, él decía que las voces eran su ángel de la guarda y las llamaba Marcelo. ¿Os imagináis cómo serían las conversaciones de ese señor con sus homólogos? Me imagino a Fernández Díaz diciéndole al ministro francés: pues Marcelo, el ángel de la guarda que tengo en mi cabeza, me ha dicho que negociemos tal o cual asunto.

Supongo que los ministros estarán acostumbrados a encontrarse a algunos Fernández Díaz por ahí y en esos casos, supongo que lo que harán es seguirles la corriente e intentar que les pasen con algún subsecretario que esté un poco más cuerdo que su jefe.


Me reitero, esas bromas retratan al que las hace, no al que las recibe. 

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