martes, 25 de julio de 2017

Adiós tuiter, me voy.

 Hoy he cerrado mi cuenta de tuiter y creo que se va a quedar cerrada de manera definitiva. ¿Por qué lo he hecho? Pues básicamente porque me quitaba más de lo que me aportaba. La gota que ha colmado el vaso ha sido un hilo que empezaba con una noticia de Garzón hablando sobre la violencia golpista en Venezuela. En él, cuatro de los tuiteros a los que sigo desde hace años por su coherencia y por sus buenos aportes, insultaban sin piedad a un chavalito que se defendía soltando insultos aún más gruesos y que era respondido con más insultos. Todo eran Insultos, insultos, insultos. Ni un solo argumento.

No es eso solo. Ayer tuve una polémica con una cuenta de tuiter que se dedica a acusar de acoso a cuentas de comunistas, y que dicen que ella (la cuenta) acusa y que si no son ciertas las acusaciones pues que los interesados lo demuestren. ¿Os fijáis en la perversión de ese argumento? Imaginaros que yo digo a la policía que anoche robaron mi casa y cuando la policía me dice: vamos a su casa a ver. Yo les dijera; no, ustedes en mi casa no entran, eso es desconfiar de la víctima y hacerme doble daño. Yo les digo que me han robado y que lo ha hecho Pepe. Me tienes que creer y punto y si no ha sido Pepe que lo demuestre. ¿Os imagináis que acto seguido la policía detuviera a Pepe, y que un juez lo condenara por no tener coartada? Pues eso quiere esa gente, y en tuiter lo consiguen.

Es que tuiter saca lo peor de cada uno, ahí no se dialoga, se despelleja al opuesto. No es raro ver peticiones para que se acose a una cuenta por fascista, o por machista, o por estar a favor de los vientres de alquiler, o por lo que sea. Pero es que los fachas, los machistas, los de los vientres hacen lo mismo o cosas peores, se fijan objetivos y hasta que no amargan a la persona no paran. Incluso he visto a fachas (y a veces a no tan fachas) poner datos personales para que el acoso no se quede en las redes, para que transcienda a la vida cotidiana.

¿Y sabéis que es lo peor? Que esas actitudes te arrastran y en un momento dado te ves haciendo lo mismo. Recuerdo un caso en el que me di a mí mismo mucho asco. Fue con una tuitera sevillana que cometió un lapsus mental (que esa es otra, en tuiter no se perdona el más mínimo desliz) y dijo algo así como que ellos, las elites intelectuales de podemos, tenían que hacer no sé qué.  Las palabras exactas del tuit no las recuerdo, pero no hace falta, si usáis tuiter recordareis lo de las élites intelectuales, fue muy sonado. Pues estuve siendo como los demás, atacando a la muchacha. Que sí, la cagó, pero desde luego no se merecía la avalancha de insultos que recibió. Más que nada porque todos la cagamos y a veces de maneras mucho peores.

Es que un tuit que alguien considere mal puesto, una opinión que a alguien le parezca inadecuada o un comentario que alguien considere ofensivo te puede crear serios problemas. Y os aseguro que en tuiter hay personas que se comportan como pitbulls, esperando el más mínimo desliz para despellejar al opuesto. Eso logra que la gente en tuiter esté como cabreada siempre, es un ambiente toxico y por eso me voy.


Adiós tuiter.

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