viernes, 24 de enero de 2014

Reflexión sobre el mundo.

Llevo unos días pensando en un intercambio de ideas que tuve en el Facebook (no se si se podrá leer por lo de las privacidades). Era sobre Siria, Libia y otros países. ¿Cómo puede ser que una persona como yo defienda a gobiernos como los que hay en esos países? Recordad que he llegado a defender a Irán cuando el presidente era Ahmadineyad, yo que soy ateo.  Bien, la verdad es que no es muy lógico, pero estoy convencido de que es necesario defenderles. Voy a intentar explicarlo, lo primero, como digo en el hilo, está el tema de las alternativas reales que hay por ejemplo al gobierno actual sirio. Pero no es ese el único motivo.

Yo veo que en España llega Zalez.asnar (nombre ficticio) y le dice al gobierno: quiero una nueva planta de generación eléctrica, tú la construyes, pagas a los empleados, pagas el combustible que voy a necesitar para generar la electricidad y me pagas a mí la electricidad que se genere al precio que yo diga, no solo eso, me pagas lo que pida si no es necesario que la planta genere nada, no solo eso, me pagas tu todo lo dicho y los usuarios también. Y va el gobierno y accede.

Veo que llega Floren (ficticio también) y le dice al gobierno: voy a hacer un depósito de gas, así que necesito que me subvenciones, necesito además que cuando deje de usar ese depósito, sea por el motivo que sea, se me reintegre toda la inversión que yo diga que he hecho. El gobierno accede.

Veo que llega Férrico y le dice al gobierno: Constrúyeme un hospital, equípalo, paga a los médicos, a las enfermeras, consígueme a los pacientes y págame por gestionar el hospital. El gobierno accede.

Llega una empresa y le dice al gobierno, voy a hacer un canal en tierras extranjeras, así que necesito que me avales, así si hay problemas de presupuesto pagas tú el sobrecoste y el gobierno accede.

En España el gobierno accede a cualquier demanda de los patronos por descabellada que sea, pero esto hoy no es una cosa exclusiva de España, el mundo hoy funciona así. Los impuestos de los ciudadanos hoy son una vía de financiación de las grandes empresas, los recursos naturales de los países hoy son un recurso empresarial más de las multinacionales. Hoy las multinacionales controlan gobiernos e instituciones con total desvergüenza, excepto en algunos países. Esos países que no se pliegan al 100% a las exigencias empresariales hoy son demonizados y atacados por todos los medios posibles, lo vimos en Libia y lo vemos en Siria.

Hay más motivos, pero el principal motivo por el que defiendo a esos gobiernos es ese, ponen freno a las ansias de las multinacionales y ponen por delante a los ciudadanos. Claro que ninguno tiene el régimen político en el que a mi me gustaría vivir, claro que no tienen las libertades que serían deseables, pero es que vivimos en un mundo de mierda y hoy hay un neoliberalismo que apenas ha empezado a quitarse la careta en España y esos pocos gobiernos que aguantan a duras penas.

Cambio de tema y os cuento un poco mi vida. El patio de mi casa debe ser la salida de un agujero negro mascotil, desde que vivo aquí han caído un perro, dos gatos (uno de ellos tres veces) y lo último ayer, un canario. El pobre ha llegado muy maleado, supongo que por su vida a la intemperie. Pero ha dormido, ha comido y ahora parece una moto el cabrón, ni para, ni calla. Así que temo que tengo otra mascota, ya que parece que se lleva bien con el loro. Vamos que el loro pasa del canario.


2 comentarios:

  1. Más que defender a los dirigentes hay que defender a los ciudadanos y por supuesto, el que represente un mal menor, será el mejor de las opciones. Entonces es fácil entender que Gadafi era infinitamente mejor que cualquier vasallo de una potencia extranjera, colocado ahí por esta para saquear la nación. Como con Libia, con cualquier otro país, previamente "pacificado" y "democratizado" o no, es decir si el títere se ha impuesto por la fuerza o manipulando elecciones.

    Saludos.

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    1. Ahí es a donde quería llegar, hoy veo que la justa critica a esos dirigentes se convierte en excusa para justificar la intervención y neoliberalización del país, un todo o nada que siempre queda en nada.

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